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Hurley operando su cámara en la cubierta del Discovery de regreso de su cuarto viaje de exploración a la Antártida

«Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. No se asegura el retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito».

Este es el texto del supuesto anuncio que Sir Ernest Shackleton puso en un diario británico en 1913 con objeto de reclutar una tripulación con el arriesgado propósito de conquistar el polo sur. Puesto que éste ya había sido alcanzado en 1912 por Roald Amundsen y pocos días después por el malogrado Robert Scott, su plan era atravesar el continente antártico pasando por el polo, un viaje de 2.880 kilómetros a través de la Antártida usando trineos tirados por perros y sus propias fuerzas

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Dos miembros de la expedición del Aurora luchando contra la ventisca mientras cortan hielo, Frank Hurley

Digo supuesto anuncio dado que no se ha podido encontrar en ningún diario de la época tal anuncio, por lo que toda parece indicar que no se trata más que de un bello adorno a la leyenda que hoy rodea la figura de Shackleton, perteneciente a la dorada estirpe de exploradores que poblaron la, en cierto modo, romántica exploración del polo sur.

En cualquier caso, cierto o no tal anuncio, no le faltaron voluntarios. Se presentaron más de 5.000 solicitudes. Realmente a Shackleton no le hacía falta publicidad, puesto que el mero anuncio de que se estaba organizando la Expedición Imperial Trans-Antártica (ITAE por sus siglas en Inglés) , bastaba para atraer la atención de miles de arriesgados aventureros.

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Retrato de Frank Hurley vistiendo su abrigo Burberry para exploración polar. No está claro si la foto está hecha antes del viaje o durante el mismo.

No se vosotros pero en cualquier caso yo no habría respondido a tal anuncio. La historia de Shackleton refleja de forma clara el carácter heroico y determinado de un luchador en busca de su sueño. Pese a que hoy se le recuerda como un ejemplo de éxito, perseverancia y de liderazgo, Shackleton murió endeudado y sintiéndose frustrado por el fracaso del objetivo de su vida, la conquista del polo sur.

Entre todas las solicitudes figuró una que marcaría el futuro de la visión pública que se tendría de Shackleton. Se trata de James Francis Hurley, por entonces ya un afamado fotógrafo australiano con experiencia en el polo sur tras su participación en la expedición de Douglas Mawson a bordo del Aurora. A su vez Mawson ya había intentado la conquista del polo sur junto a Shackleton en la expedición del Nimrod entre 1907-1910, en la que llegaron a acercarse hasta los 88º 23’ sur, es decir a poco más de 160 kilómetros del polo. Lo más cerca que nadie había estado en aquel momento.

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Ernest Shackleton durante el viaje, Frank Hurley

La solicitud de Hurley para enrolarse en el Endurance de la ITAE fue aceptada, bien por decisión de Shackleton o por imposición de los patrocinadores. Lo cierto es que Shackleton no conocía a Hurley en persona aunque no sabemos si sabía de sus aptitudes, pero parece probable que fuera consciente de la necesidad de contar con películas y fotografías que ayudasen a recuperar el coste de financiación de la expedición, como ya había demostrado el papel jugado por las fotografías de Herbert Ponting sobre la expedición de Scott cuando el diario de éste fue publicado tras su recuperación un año después de su muerte.

El Endurance cortando y atravesando una placa de hielo
El Endurance entra en la banquisa helada, Frank Hurley

Como se vería más tarde, Hurley no fue solo un miembro importante de la tripulación de 27 hombres del Endurance, sino que arriesgó su vida para obtener y cuidar pese a todas las adversidades las películas, celuloides y placas de cristal obtenidas a lo largo de todo el viaje, lo que permitió no solo que el mundo conociera en imágenes la odisea de aquellos héroes sino que Shackleton pudiera saldar todas sus deudas en 1917 gracias al éxito de ventas que supusieron las fotografías y la película «In the grip of the polar pack-ice» (Atrapados en los hielos polares) además de ayudar a elevar la figura de Shackleton a la talla de héroe y estandarte del imperio británico.

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Shackleton: La odisea de la Antártida , Hurley en la arboladura del Endurance.

Gran parte del éxito de Frank Hurley se debe a su carácter de superación personal que le caracterizaba; en eso era parecido a Shackleton. Ambos eran capaces de mantener el optimismo bajo las peores circunstancias y sacar de si mismos lo mejor. Hurley era activo, lleno de iniciativa y arriesgado y sobre todo, muy seguro de si mismo y sus posibilidades. Nunca había dudado en poner su salud en peligro con tal de obtener la imagen perfecta. Era autodidacta y desde sus inicios se había ganado la fama de fotografiar escenas arriesgadas y de captar el dramatismo del momento, aunque su estilo quedaba muy lejos del estilo que impondrían en los años 30 los foto-reporteros como Capa o los artistas del “momento decisivo”. Hurley no dudaba en componer imágenes capaces de contar historias, en retocar escenas para transmitir sensaciones. Fue esa costumbre la que le valió el desdén de muchos profesionales que veían en esa práctica un “truco”, un artificio que invalidaba su trabajo.

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Shackleton: La odisea de la Antártida , Entrada en la banquisa.

Sin embargo era capaz de obtener imágenes capaces de contar lo ocurrido con una fuerza innegable, de componer imágenes desde puntos de vista imposibles, de manejar cámaras voluminosas y pesadas en condiciones extremas y aún así obtener buenos resultados. Fue pionero en la fotografía polar y en fotografía extrema. Este fragmento de Worsley, capitán del Endurance, refleja a la perfección el espíritu del fotógrafo:

“Hurley el incontenible […] está sacando una foto en color del barco y el hielo… Es una maravilla; con jovial irreverencia australiana deambula solo por la arboladura y por todas partes, en los lugares más peligrosos y resbaladizos que encuentra, contento y feliz a todas horas y maldiciendo si puede conseguir una imagen buena u original. Permanece de pie con la cabeza descubierta y el pelo ondeando al viento cuando todos nosotros llevamos guantes y casco, dispara sus fotos y le da a la manivela de su cámara de cine obteniendo un torrente de preciosas imágenes”.

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La tripulación del Endurance, Frank Hurley

En cuanto al equipo del que dispuso, no está del todo claro, puesto que el inventario elaborado por Hurley difiere del mencionado en un artículo publicado en la revista «Australasian Photo-Review» en 1922. Todo el material fue obtenido en Australia, dado que Hurley se reunión con el Endurance en Buenos Aires. El equipo estaba formado por 3 cámaras fabricadas por Folmer & Schweig Graflex, pero no está claro si las tres eran iguales o variantes de la misma marca. Parece probable que al menos una fuera una Naturalist Graflex de 1907 de con objetivos Cooke fabricados en Leicester, una cámara voluminosa de 3,5 kilos de peso. Sedguramente otra fuera una Graflex 3a, también de 1907. Además en el inventario se incluía una Göertz AnsChütz, una cámara compacta y robusta que no hubiera sido la elección principal de un profesional frente a la pequeña Kodak FPK 3a, pero que ofrecía la cualidad de ser muy fácil de manejar y que su cuerpo era casi por completo de madera, lo que hacía que fuera segura de manejar en condiciones de frio tan intenso que hacía que las piezas de metal se pegasen a la piel del fotógrafo. Tras la pérdida del Endurance, Hurley optó por conservar la Kodak y tres carretes. Para terminar el equipo incluía una cámara de cine Prestwick nº 5, una de las primeras cámaras de cine británicas y un aparato micro-cinematográfico. Resulta curioso dado que en la época las únicas cámaras de este tipo que se fabricaban eran la Tourist Multiple Camera a pequeña escala desde 1913 y la Centrum Film Camera de Sinclair que aún no se comercializaría hasta 1915. Puede que la primera fuera suministrada por Kodak en Australia como promoción de la misma.

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Foto nocturna del Endurance iluminada con más de 20 flashes, Frank Hurley

En cuanto a la película, Hurley dispuso de negativos de placa de cristal así como película de nitrato de celulosa en blanco y negro y película para transparencias en placas de color Paget. Éstas últimas eran una patente británica de 1912 y consistían en dos placas de cristal, una de negativo estándar blanco y negro y otra con una retícula de filtros rojo, verde y azul. El resultado eran unos colores desvaídos y con gran componentes azul y verde.

La aventura del Endurance rebasa todo lo imaginable. Tras su partida de Buenos Aires con toda la tripulación a bordo, incluido el polizón Perce Blackborrow, alcanzaron el puerto ballenero de Gritviken en la isla San Pedro. Desde allí partieron el 5 de diciembre de 1914. El plan consistía en desembarcar en la bahía de Vahsel, en el mar de Weddle a comienzos del verano austral, atravesar la Antártida pasando por el polo sur usando trineos tirados por perros y terminar el viaje en el mar de Ross, la antigua base del Nimrod, donde serían recogidos por el buque Aurora comprado a Douglas Mawson.

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Shackleton: La odisea de la Antártida , El Endurance atrapado en el hielo

Sin embargo aquel fue un año extremadamente frio, lo que hizo que la banquisa permaneciese más helada que de costumbre. El 7 de diciembre de 1914 ya se topaba con una densa placa de hielo. Esta fue la tónica general hasta el 18 de enero de 1915, cuando encontrándose a tan solo 130 kilómetros de la que sería su base en la bahía de Vahsel el Endurance quedó encallado en una placa de hielo. En aquel momento, quedar atrapados en el hielo no resultaba aún preocupante; se limitaron a realizar preparativos para cuando llegasen a tierra y a matar el tiempo en diversas tareas. Pero ya el día 21 de enero, la placa seguía desplazándose hacia el norte, alejando el barco de su destino y sin apariencia de mejorar. A finales de febrero el verano austral acababa y la tripulación se dispuso a pasar el invierno en la placa. Shackleton no dio muestras de contrariedad sino que se limitó a hacer los preparativos.

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Foto en color Paget de Hurley fotografiando la proa, Frank Hurley

La tripulación no tuvo más remedio que paliar el tedio con tareas que los mantuviesen ocupados; entre ellas el cuidado de los perros. También organizaban audiciones de música en el Ritz, nombre con el que bautizaron el salón común donde se reunían a comer, charlas por parte de los miembros del grupo, obras de teatro, etc. Shackleton se había preocupado mucho en seleccionar un grupo de hombres capaces de convivir, con un carácter irreductible pero flexibles como para poder vivir estrechamente con otros. Cuando Reginald James, el médico del equipo fue entrevistado por Shackleton, sus preguntas se refirieron más a si sabía cantar que a sus méritos o capacidades como miembro de una expedición. Esas cualidades se presuponían. A todo esto se unía un incuestionable liderazgo y confianza absoluta en Shackleton. Frank Wild, segundo de a bordo, había estado con él en su primer intento de alcanzar el polo, no siendo en aquel momento un gran admirador de suyo. Cuando ya estaban regresando de los 88º sur, una noche Shackleton tras una comida insuficiente le obligó a comer una de las cuatro galletas que constituía la ración diaria de cada hombre. En su diario Wild escribió: “Supongo que nadie en el mundo puede darse cuenta de cuánta simpatía y generosidad entraña eso. Yo me doy cuenta, por dios, y nunca lo olvidaré. Miles de libras no hubieran podido comprar esa galleta”. Wild se convirtió en uno de los más leales defensores de Shackleton y su actitud siempre trató de asemejarse a la de su líder. La confianza en Wild por parte de los hombres siempre fue ciega hasta el punto de que según Macklin, el cirujano de la expedición, “cuando decía a un hombre que saltara, éste saltaba de inmediato”.

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Shackleton: La odisea de la Antártida , El Endurance a toda vela tratando de escapar del hielo.

Durante los largos meses de invierno, todos los hombres colaboraron para hacer llevadera la estancia en un espacio tan reducido. No todo fue un cuento de hadas; hubo discusiones, tiranteces y no todos eran amigos, pero supieron mantener las formas y respetaron las reglas establecidas por Shackleton, quien siempre supo utilizar las distracciones como válvula de escape para las tensiones del grupo.

Hurley no se vio muy afectado por el cambio de planes. Los primeros meses de la expedición los empleó en fotografiar el barco desde los palos, los témpanos de hielo, los icebergs… Al quedar atrapados se dedicó a tomar imágenes del barco desde el exterior, a cualquier hora, incluso de noche utilizando varios flashes, así como la vida en el interior del buque. Debido a la baja temperatura debía prestar especial cuidado en las cámaras al pasar del exterior al tibio interior. Por ello construyó unas alacenas donde guardarlas a temperatura constante. Aún así debía lubricarlas constantemente con petróleo. El trabajo en el cuarto oscuro era otro gran engorro, dado que lo hacía en unas condiciones que distaban mucho de ser ideales.

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Calentándose junto a la chimenea durante el invierno austral, Frank Hurley

Hacia junio de 1914, la temperatura se desplomó por debajo de los 29 grados bajo cero. El hielo empezaba a dar muestras de su presión sobre el casco del buque, construido en forma de V en lugar de en forma de U como el Fram de Fridtjof Nansen, lo cual se mostraría fatal. El casco comenzó a crujir en diversas ocasiones. A mediados de julio Shackleton confirmó a su segundo Wild y al capitán Worsley lo que éstos ya temían. El barco estaba definitivamente atrapado y su casco no resistiría hasta el final del invierno. A la tripulación no se le dijo nada ni se dejó entrever ninguna perdida de moral. En agosto, tras días de crujidos continuos el barco amaneció ligeramente escorado y con el timón dañado. Sin embargo el resto del mes fue tranquilo y pareció que el barco podría sobrevivir, ahora que se acercaba la primavera. Incluso se hicieron apuestas de cuando volverían a flotar.

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El Endurance fuertemente escorado, poco antes del fin, Frank Hurley

Pero a finales de agosto la presión volvió a ser brutal. La noche del 2 de septiembre el marinero Bakewell escribió en su diario: ”Anoche viví uno de los momentos más pavorosos de mi vida. Estaba tumbado en mi camastro cuando el barco saltó literalmente por el aire y cayó sobre su manga“. El Endurance agonizaba. Sin embargo el resto del mes la presión volvió a relajarse y el barco volvió a su lugar. Finalmente el 24 de octubre “de repente, el témpano a babor se rompió y enormes trozos de hielo salieron disparados desde debajo de la sentina de babor. Al cabo de unos segundos el barco se escoró treinta grados a babor” tal y como relata Shackleton. Pese a todo, desde el 24 al 27 de octubre los tripulantes no pararon de hacer reparaciones que trataban de detener las vías de agua que eran como hemorragias en el buque. El carpintero McNish construyó infatigablemente soportes y refuerzos que contenían las vías de agua tan solo hasta el siguiente embate del hielo. Todos los hombres se turnaban en las bombas de achique soportando temperaturas de 22 grados bajo cero. Se descargó todo el material de la expedición así como los tres botes salvavidas del Endurance, bautizados como Stancomb-Wills, Dudley Docker y James Caird en honor a los patrocinadores de la expedición. Los perros ya habían sido sacados con anterioridad. Finalmente, el Endurance no pudo más y Shackleton ordenó abandonar las tareas de achique.

Fue el último en abandonar el barco.

“Es difícil escribir lo que siento. Para un marino, su barco es más que un hogar flotante. Ahora crujiendo y temblando, su madera se rompe, sus heridas se abren y va abandonando lentamente la vida en el comienzo de su carrera”

Ernest Shackleton.

Un comentario en “Shackleton y Hurley, primera parte.

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